
A un joven escritor
Joven escritor:
La palabra es un santo y doloroso peregrinaje hacia nosotros mismos.
No escribas para el público. Bastante tienes con explorarte a ti mismo como para, encima, tener que «escribir bien». De la misma forma que tú no obligas a nadie a leerte, tú no te sientas obligado a escribir según los «cánones» de nadie.
Sigue tu senda, la única y fundamental: la que lleva hacia ti mismo. Rema contra la corriente, escala contra la cima, bucea contra el océano, cada día un poco más profundo, un poco más alto, un poco más adentro: esa es tu tarea. Sean otros los que se contenten en las romerías y las plazas del mercado; tu camino, joven escritor, es el desierto, y en el desierto no hay leyes; solo arena.
Camina, joven escritor, y no repares en tus huellas. Cuando te des la vuelta habrán desaparecido.
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Texto inspirado durante la lectura de Rainer María Rilke.
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