
‘Relatos del lobo enjaulado’, de Manuel Ortuño: el mundo tras los barrotes

Relatos del lobo enjaulado
Reseñar un libro de relatos siempre es problemático. No se trata de ir deslavazando cada relato en particular, sino de rescatar el elemento común que los une y que justifica su publicación en un solo volumen; el resabio que pervive tras la lectura y que confirma que el todo es más que la suma de las partes. Esta tarea se hace más difícil cuando nos referimos a un libro de historias tan heterogéneas como las recopiladas en Relatos del lobo enjaulado, de Manuel Ortuño.
Así pues, ¿cuál es el bajo continuo que recorre todas las páginas de este libro? Yo me atrevería a decir que la capacidad de asombro, el gusto por el cuento que nos libera de las leyes ordinarias (o, siguiendo el título del libro, la literatura que nos hace salir de la jaula). Manuel Ortuño es heredero de narradores como Hawthorne, Saki, Poe —no en vano ha sido traductor de algunos de ellos—; narradores pragmáticos pero profundos, en cuyo realismo vedado late la incesante alusión a lo sobrenatural y lo simbólico, al reino misterioso y terrible que se agita en el poso interior.
Tanto mi padre como mi madre solían decir que, en la medida de lo posible, todo aquello susceptible de ser planeado debe ser planeado siempre, y sin excepción alguna, hasta el más mínimo detalle.
‘Un buen hijo’.
El claroscuro
Los relatos que nos ocupan buscan la fascinación, la sugerencia, el desvelamiento; por eso, el autor ha sido muy cuidadoso en sus juegos y giros. Como suelen decir los prestidigitadores (de quienes los escritores no deberíamos dejar de aprender), «nada es lo que parece». El lector asistirá, pues, a un internamiento en las galerías de lo posible y de lo imposible; al terreno ambiguo donde podemos ser niños inocentes, pero también lobos despiadados. Pues, en último término, el ser humano es una incógnita que la literatura pone al límite; y de esto nos hablan los relatos del lobo enjaulado.
Acabase como acabase la noche, su número de magia sería largamente recordado. Mientras le daba vueltas a esa idea en la cabeza, se dio cuenta de que le temblaban las rodillas.
‘Un truco de magia’.

La lectura de Relatos del lobo enjaulado nos ofrece, en definitiva, un viaje que parte del realismo (con relatos como «Lucinda y las flores», «El corredor» o «Un buen hijo») y poco a poco nos convence de que hay una realidad maravillosa (con relatos como «Últimos días de felicidad» o «Mediaoreja») al otro lado de los barrotes, más allá de nuestras convicciones cotidianas.
Recomendamos su lectura a quienes gusten de una literatura que sorprenda, que juegue con las expectativas y que moldee los límites de lo real hasta sus raíces más maravillosas.
Sobre Manuel Ortuño
Nacido en San Fernando (Cádiz) y residente en Cartagena (Murcia), Manuel Ortuño ha cultivado desde su adolescencia géneros como la poesía y la prosa. Entre sus obras cabe contar un volumen de poemas titulado La piel abierta / Retazos de lluvia y seis poemas negros; la recopilación de narraciones breves Relatos desde ambos lados; y las novelas El sentido del círculo (Ruiz de Aloza, 2015), El misterio de las piezas de ajedrez y Soundcrew. También ha traducido al español obras de autores como Saki, Chesterton o Jakobs.
Relatos del lobo enjaulado es su segunda recopilación de relato breve.
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