
Reseña de ‘Biografía de nadie’, de Antonio Solano
Reseña de ‘Biografía de nadie’
Poética de una biografía
Comienza la exploración poética de la biografía con el reconocimiento de la soledad radical. Quedé solo, declara el primer verso del libro. Soledad que se vive y desvive entre dos polos existenciales: el del frío, la noche y la estación invernal, por una parte (Hay rumor de escarcha / y apacible frío congénito); y el del vientre de la madre, el hogar cálido y pecho primordial de donde nace toda conciencia (Estación onfálica, / apeadero de amor urgente / que no prescribe / y concluye con tu sangre).
Se nos abren, así, las dos tendencias del alma, las dos manillas del reloj de la niñez: el desamparo níveo y doloroso (Nací un invierno que nevaba / y entró en mis ojos / el gris rigor del frío) y la necesidad de cobijo (Cesar de pronto / el latido de tus pasos y ver / que cuelga de la noche / silencio solo). Es esta ‘biografía de nadie’ el nexo entre ambos sentidos de desabrigo y de refugio, de dicha y de pérdida, cuyo abrazo en una sola voz rescata la poesía (Ahora ya no estás / pero es una muchedumbre / tu risa, que habremos de anudar / a las alas del recuerdo).
La luz de lo mágico
Biografía de nadie es un poemario realista, desbordante de imágenes arraigadas en la observación melancólica del mundo, que ahondan y testimonian la búsqueda vital de una conciencia desgarrada. Dicha conciencia, a pesar de su fragmentación, y quizá precisamente por ella, busca lo sagrado e intuye lo absoluto (contemplar la inexistencia), y lo revela a través de impresiones de luz y seres (las hojas de los tilos / y las tardes de paz / de chopos y riberas; y también La paz se abriga de presente; / más allá / un erial de pertenencias) que se entrelazan emotivamente en la sucesión de la memoria reflexiva: Plegado entre su sombra / contempla la estirpe fatal / de su raíz: un marasmo de horas / y domingos / […] / tan solo arranca trizas / del vellón de días / que acompaña esta nieve amortizada.
Hablo de buscar e intuir, porque los niños no saben ni calculan como los adultos. Los niños buscan alegres, insaciables, sin término ni destino; mas también intuyen sin esoterismos ni disfraces. Su emocionalidad es la de la tierra mágica, que no se pierde en misticismos, mas que tampoco se conforma con el mero desierto. Así es la celebración de la niñez inquieta, sabia y genuina que rescata el poemario. (Supo caminar descalzo entre bestias / y adivinar el mar desde las tapias encaladas. Pero sigue sin perder de vista el suelo / y el largo trecho hasta el balcón de los geranios).
El pueblo, los correteos por la vida rural y apacible de las calles blancas, es uno de los escenarios principales de Biografía de nadie. En él florecen sugerentes imágenes, entre lo bucólico y lo surreal: El sol es un rectángulo / que trepa por la cal de los veranos.
Hacia la madurez del domingo
El asombro y el desconcierto que supone construir la identidad propia se transmutan en ajuste de cuentas con el pasado y los ‘otros’ que, ya vistos en retrospectiva, han injertado sus huellas en la mutación del espíritu (Lloremos por la explosión fractal de imprecisiones / que condujo al suicidio de unos labios). El alma ya no se asombra ante el mundo, sino ante sí misma; ante el fenómeno del cambio y la progresión, ante las decisiones y las renuncias que, al son de la temporalidad del cuerpo, nos configuran como seres históricos y eternamente dubitativos (contemplo la expansión silenciosa del tiempo / y acomodo al huerto de mis días / la luz sin ruido de aquellos que no fuimos).
El viraje que se aprecia desde la niñez de escarcha y la madurez de domingo es suave y melancólico; no hay grandes palabras ni idealismos; tampoco dramáticas aseveraciones. El lenguaje fluye como arroyo, entona su biografía errante con la elegancia prístina de una cancioncilla en mitad del bosque:
Os dejaré, estad atentos,
la enojosa convicción del entusiasmo,
la ocasión del frío,
comparecer al cabo de los días
y ofrecer el fruto en vuestras manos,
o recuperar el paraíso.
Todo esto os dejaré
al filo de un otoño instalado ya en mi sangre.
El idioma vencido bajo el árbol
Aunque es central la biografía para el poema, aunque son el frío de la nieve y el abrazo de otro cuerpo sus asideros en el mundo, el espíritu del cantor parece entrever que su voz está más allá de lo contingente; que sus melodías son la vox humana de un acorde más profundo y eterno, casi sagrado, del que la naturaleza le hace partícipe (Mirar de frente a un árbol / como si mirase a un padre poderoso / […] / respirar el elemento primordial, / el átomo único / que contiene la memoria oscura del espacio).
Tras los pliegues del lenguaje, atravesada por los ciclos de las estaciones y las promesas del mar, creemos en la hermosura, en la posibilidad de redimirnos por nuestra fe en la belleza, de la que los versos no son sino condición preparatoria: alcanzar la seda prodigiosa, / la ruta sin idiomas / hacia la habitable claridad / de la belleza.
El lenguaje, entonces, se torna inerme. Las coordenadas de la biografía (el frío, el calor; el pueblo, los árboles; el mar, los balcones) se desdibujan; las palabras ya no expresan nada nuevo. El niño, tras enfrentarse a su periplo vital y poético, ha contemplado a Dios y a sí mismo (El día que miré hacia atrás / Dios vestía de calle / y reconocí en su rostro / las heridas de mi propio rostro envejecido). El viaje concluye. La biografía se cierra y la poesía se agota. Solo queda la contemplación. Yo soy el idioma vencido al contemplar lo exhausto. La biografía ya no pertenece a nadie; solo a lo inexpresable.
Antonio Solano
Enfermero de profesión, trabaja en el Hospital de Llerena, dedicándose al mismo tiempo de manera profesional al teatro desde el año 1997, siendo actor de la Compañía Teatro de Papel, con la que ha recorrido buena parte de los escenarios de nuestro país.
Tres poemarios publicados: El Eco de tu Piel (Letras Difusión, 2009); Razón de Sed (La Isla de Siltolá, 2015) y De Dioses y Vacíos (Editora Regional de Extremadura, 2022). También ha sido galardonado con el premio de poesía García de Huerta por su poemario Origen.
A su vez tiene quince cuadernos no venales de poesía, que edita anualmente para regalar a amigos e interesados en la tertulia literaria del Ateneo Llerenense, a la que pertenece.
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Dostoievski, 'Pobre gente'
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