Dostoievski, ‘Pobre gente’

En este artículo reseño la primera novela del ruso Fiódor Dostoievski, Pobre gente, editada en 2019 por Alba editorial.

Ficha de ‘Pobre gente’, de Dostoievski

  • Título: Pobre gente
  • Autor: Fiódor Dostoievski
  • Editorial: Alba
  • Colección: Minus
  • Año de edición: 2019
  • ISBN: 978-8490655641
  • 224 págs
  • Traducción de Fernando Otero Macías
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Reseña de ‘Pobre gente’ de Dostoievski

Una novela social

No sé si Pobre gente de Dostoievski “inaugura la novela social”, como dijo con mucho entusiasmo el crítico Bielinski; pues en literatura difícilmente ha inaugurado nadie nada desde Ulises ni desde Don Quijote. A los críticos literarios hay que llevarles siempre la contraria, ya que solo los críticos literarios son más mentirosos que los autores literarios. Pero bueno. Eso ya son otros pantanos.

Inauguraciones y descubrimientos aparte, Pobre gente es una novela que nos sumerge en el humus de la población más pobre de la ciudad, y que nos cala el frío y el hedor y nos convierte en ‘pobre gente’ durante la lectura. Más que una novela de trama e intriga narrativa, estamos ante una obra de atmósfera, una reconstrucción del universo miserable y, no obstante, digno y humano, que nos dibuja el artista.

A pesar de la compasión que parece inspirar el título del libro, el autor no adopta la perspectiva de un moralista cristiano que llore por los pobres y muestre sus miserias hasta el punto de deshumanizarlos en aras de la caricatura y la movilización de la caridad. El joven Dostoievski tiene la elegancia de abrirnos un mundo castigado, sí, pero decente y humanísimo; en las calles de su ciudad invernal hay muerte y putrefacción, pero también esperanza y fe.

No compasión, sino comprensión

Pobre gente describe los lazos de las personas vulnerables. Los humildes no viven de las ideas ni de la teología, como los pseudofilósofos y pseudoteólogos quieren que creamos. Los humildes viven del trabajo, del pan y del amor. Esa es la vida que se abre como un huracán entre la miseria: la dignidad del trabajo, la esperanza del pan y el consuelo del amor. Las personas se necesitan. Únicamente los ricos y los privilegiados pueden estar solos y pensar en “los pobres” y sentir “misericordia” por ellos. Para Dostoievski no son ovejas descarriadas, sino seres humanos que, a pesar de su hambre y padecimientos, son radicalmente libres.

La trama se desarrolla mediante un intercambio epistolar entre un intelectual y una costurera, ambos pobres, ambos necesitados de dinero y, sobre todo, de acompañamiento. No buscan compasión, sino comprensión. Compañía entre iguales. ¡Son tan equívocos los afectos humanos, y a la vez tan sugerentes y tan tiernos! El otro nos enfrenta a nuestra realidad, y a la vez nos salva de ella. La llamada “novela social” de Dostoievski nos muestra con trasparencia el anhelo humano por comunicarse y hacer partícipe a los demás de la propia historia.

Pobre gente radicalmente libre

Es Pobre gente, así, una novela intuitiva, más vivencial que analítica y más emotiva que filosófica. No encontraremos en ella los graves razonamientos sobre Dios, sobre el Estado, sobre el suicidio…, que el Dostoievski maduro desplegará en obras cumbre como Los demonios o Los hermanos Karamazov. Aquí se limita a elaborar un retrato de la condición humana de sus semejantes, a los que no mira por encima ni a cuyos pies se entrega como esclavo. Son sus iguales. ‘Pobre gente’ que, como él, se afana por una vida mejor o, en muchos casos, por seguir viviendo y mantener el cuerpo caliente. Que no es poco.

¿Plantea el autor soluciones a la pobreza? No. ¿La condena? Tampoco. ¿Juzga, llora, se enfada, nos increpa? En absoluto. Es un texto limpio, ventana directa a una realidad humana, en el que no habla el narrador, sino los personajes. Dostoievski no existe; existen las gentes, los humildes, los trabajadores dóciles y castigados; pero que, como decía antes, son reconocidos, ante todo, como seres humanos libres; radicalmente libres y, por ello, radicalmente dignos.

Hah, ¡qué lejos está la sensibilidad del autor de la demagogia de los políticos y de los solucionadores de problemas! ¡Qué lejos está su mirada de la inquisidora viga del moralista! Su horizonte literario, apartado de los encumbramientos personales y de los debates que hoy diríamos televisivos, es un campo honesto y ecuánime; aunque no siempre agradable, claro; de la misma forma que no es divertido ver las vísceras de la persona más bella del mundo. Sin embargo, su contemplación nos hace más humildes, más conscientes de nuestra naturaleza —carne, sangre, polvo— y, sobre todo, de cuán semejantes somos a la demás pobre gente que nos rodea y que, como nosotros, sigue viviendo y sigue —seguimos— buscando no compasión, sino comprensión.

Fiódor Dostoievski

Acaso el más conocido escritor ruso y uno de los más señeros autores de la literatura universal, Fiódor Dostoievski (1821 – 1881) renovó los caminos de la novela gracias a su exploración de las pasiones inconscientes, el desarraigo del individuo en la vida moderna, y la abundancia de ideas metafísicas, teológicas y filosóficas. Como novelista es rico y complejo, y en sus obras siempre podemos encontrar nuevas lecturas, interpretaciones y sentidos.

Es autor de obras como El doble, Memorias del subsuelo o Noches blancas; aunque sus obras maestras son, entre otras, Crimen y castigo, Los demonios, El idiota, El jugador o Los hermanos Karamazov, su última gran novela.

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