
El humorista trágico
Carta que redactaba el escritor y poeta Günter Schluss (1874 – 1912) en el instante en que un infarto de miocardio acabó con su vida.
Querido Hans:
Por fin conozco las virtudes de la risa. El humor no ha de tener fin ni freno; el régimen de la carcajada debería ser la única ley de la vida. Al fin y al cabo, nada sabemos del mundo. Si las certezas no existen, ¿por qué no reírnos de ellas? El humor no es una actividad intelectual, sino una actitud vital; nace en las hondonadas y penetra en el pensamiento, la palabra y la disposición.
El humorista trágico ríe porque, si la vida es dolor, es la carcajada la menos dolorosa de las vivencias. El humorista trágico es el sátiro amable: no desfallece, sino que encuentra en lo hórrido una ocasión de risa y vino. ¡La vida es fiesta! Y la propia mezquindad y estupidez marcan el compás de la música festiva. Así, el humorista trágico (llámese también humorista radical) no encuentra más consuelo que el escarnio contra sí mismo.
La risa, mi querido Hans, es el único salmo contra el absurdo.
Seré un humorista trágico. Desde hoy, reconozco el Absurdo como Condición Humana, y, sobre todas las cosas, me río de él.
En Lübeck, a 4 de enero de 19(……………..)
Comparte esto:

La cuerda y Dios
También te puede interesar

Contemplación: la esfera
06/04/2019
El lenguaje radical
28/10/2019