
Tim Blanning, ‘El triunfo de la música’
Ficha de ‘El triunfo de la música’

Título: El triunfo de la música
Autor: Tim Blanning
Editorial: Acantilado
Año de edición: 2011
ISBN: 978-8415277477
576 págs
Reseña de ‘El triunfo de la música’
La editorial Acantilado nos ofrece El triunfo de la música, de Tim Blanning. Un interesantísimo ensayo sobre la historia social de la música desde 1700 hasta la actualidad. El autor, profesor de Historia Moderna de Europa en Cambridge, realiza un profundo y ameno recorrido por cinco dimensiones:
- 1) la categoría social de los compositores e intérpretes;
- 2) el propósito y sentido de la música;
- 3) los lugares y espacios en los que la música ha sido representada;
- 4) la tecnología que ha permitido la difusión y la interpretación con nuevos instrumentos; y
- 5) el papel de la música en procesos colectivos como los nacionalismos, los movimientos populares o la liberación social.
Estos temas son tratados con multitud de anécdotas, datos y citas que refuerzan el discurso y acrecientan la curiosidad del lector. Sirven, además, para apoyar la tesis principal del libro: el paulatino triunfo de la música sobre las demás artes.
La categoría social del músico
En esta primera parte de El triunfo de la música, Tim Blanning señala cómo el músico, al igual que otros artistas en la Antigüedad, era considerado no más que un sirviente. Su talento estaba a merced de los poderosos y, además, apenas tenido en cuenta como personalidad de cultura. Pero, poco a poco, esta condición cambiará. Por ejemplo, si bien Haydn fue un sirviente del celoso príncipe Esterházy, la figura de Händel, quien murió rico y laureado, supuso la liberación del músico de la servidumbre anterior.
Personalidades posteriores, como Mozart o Beethoven, gozaron del beneplácito del público y pudieron enarbolar la arrogancia de una clase de artista que ya comenzaba a despuntar sobre el resto. Destaca en esto Beethoven, a quien su naturaleza huraña y apartada no le impedía exigir condiciones dignas —y bien generosas— a aquellos que lo “empleaban”. Beethoven contribuyó a la consideración del músico como “héroe carismático”; papel que Rossini, Paganini y Liszt supieron explotar, contribuyendo a un culto a la personalidad del que Wagner sería el máximo exponente.
Desde entonces, los músicos en la actualidad son muy cotizados, tanto por el público como por los políticos y los medios de comunicación. Su aura de éxito implica, al menos en parte, un cierto halo de “divinidad”.
El propósito de la música
Poder y religión
En un primer momento, la música estaba condicionada por los nobles y cortesanos que la podían pagar. La tarea de los músicos era expresar el poder económico y social de sus mecenas con sus obras.
La presencia de la música en el Versalles de Luis XIV es representativa de esto. El monarca contaba con multitud de músicos que lo acompañaban en su despertar, en sus cacerías, en sus celebraciones… En parte por ocio del soberano y en parte como expresión de la pompa real, la música era el ambiente natural de la Corte. Asimismo, la ópera consistía en la reafirmación y de las categorías sociales.
Además de la relación con el poder, la música en el siglo XVIII también expresaba los dones divinos y el culto a Dios. Es el caso de El Mesías de Händel; o como pone de manifiesto la firma con que Bach solía rematar sus composiciones: Soli Deo gloria, es decir, “solo gloria a Dios”.
Secularización de la música
No obstante, la aparición de los primeros conciertos (tradicionalmente se fecha el primer concierto en 1672, en Inglaterra) desligados del culto religioso y de la corte, y fundamentalmente motivados por el ánimo de lucro —mediante el sencillo acto de vender entradas—, favorece la paulatina secularización de la música.
Poco a poco, la música deja de buscar la expresión del poder y de la espiritualidad para buscar la mera estética, la belleza de las formas musicales como tales. Ya en el siglo XIX, este fenómeno toma cuerpo en el movimiento romántico, que buscará la expresión de la interioridad del compositor. Beethoven será el gran exponente de esta ruptura con las reglas y afán de subjetividad absoluta, y será Wagner quien lleve estos impulsos hasta sus últimas consecuencias con su puesta en escena en Bayreuth.
En el siglo XX, con el jazz y con el rock¸ la música buscará la expresión del mundo interior del artista. A su vez, pondrán de manifiesto el mundo cultural y social del que surge su creatividad.
Los lugares y los espacios de interpretación
La tercera parte del libro trata sobre los escenarios donde el público ha disfrutado la música desde antiguo. Se parte de las iglesias, donde la música contaba con un esencial componente religioso, y de los teatros de ópera, a las que en un principio solo accedían las clases privilegiadas. A su vez, mientras estas últimas solían tener músicos a su disposición (muchas veces “en nómina”) para alimentar los conciertos privados en sus palacios, las clases populares disfrutaban de la música en las tabernas.
Con el advenimiento de los conciertos públicos a finales del siglo XVII y, fundamentalmente, durante el siglo XVIII, la música se desligó de las iglesias y los palacios para ser representada en auditorios y salas de conciertos especialmente habilitadas para tales fines. Es interesante notar cómo durante el siglo XIX las concepciones musicales variaban según el lugar a que nos refiramos: mientras que en Bayreuth se buscaba la “oscuridad de la sala”, de forma que durante la representación no se diferenciaran las clases sociales y únicamente el escenario adquiriera protagonismo, la Ópera de París buscaba lo contrario a través de su configuración arquitectónica, es decir, la estratificación social y el “desfile cortesano” por sus ampulosas escalinatas.
Ya en el siglo XX, y hasta la actualidad, los espacios musicales se democratizan hasta el punto de que cualquiera puede acceder a un concierto, además de la ubicuidad de la música no ya solo en las representaciones en vivo, sino en el cine y la televisión, así como, recientemente, los videojuegos.
Tecnología musical
Este capítulo parte de 1700, año en que se inventara el pianoforte, el cual supuso todo un hito para la democratización de la música; en el siglo XIX apenas había familia acaudalada que no tuviera uno en casa, y es ilustrativa la queja de varias personalidades del momento sobre este asunto. Nuevas mejoras en los instrumentos, como la adición de válvulas y llaves, así como la invención de algunos nuevos, como el saxofón, jalonan el período.
Sin embargo, la mayor revolución para el triunfo de la música se dio con la grabación. El gramófono supuso una nueva edad de oro para la industria musical, pues permitía la reproducción de obras con calidad aceptable en el propio hogar. Pronto, todas las familias acomodadas disponían de este ingenio.
La radio, primero; y la televisión, después, fueron el golpe de gracia que asentó la presencia musical en todos los hogares. Además, artilugios como las jukeboxes (gramolas) favorecieron el papel social de la música y acrecentaron el choque cultural entre una generación ‘clásica’ y otra ‘moderna, rebelde y juvenil’.
Liberación
El último capítulo del libro se dedica a la música como parte fundamental de los movimientos nacionalistas (quizá el más célebre ejemplo sea el de La Marsellesa). Todo gran movimiento social ha tenido una música que manifiesta el sentir colectivo y lo dota de unidad, que exacerba el orgullo nacional y, a la vez, peca de prejuicio ante los países vecinos. Inglaterra (Rule Britannia), Francia (Ça ira, La Marsellesa), Italia, Alemania, Bohemia (Má vlast) o Rusia, todos han sido atravesados por la música en sus respectivos vaivenes sociopolíticos.
Además, ya en el siglo XX, la música ha sido la vía de expresión de colectividades: el blues ayudó a unificar la conciencia de la raza negra en Norteamérica, y el jazz favoreció su integración con los blancos. Además, el rock y el pop fueron, a su modo, un modo de expresar la liberación sexual.
Entre la historia cultural y el misterio musical
El triunfo de la música, de Tim Blanning, es un libro muy sagaz y escrito de forma amena y atrapante, centrado fundamentalmente en la historia moderna de Europa y Norteamérica.
Te gustará si buscas comprender un poco más la historia cultural de nuestro mundo, y, especialmente, verla a través de la melodía con la que la música ha acompañado nuestros pasos hasta hoy.
Tim Blanning
Timothy Charles William Blanning (1942) es historiador, académico y ensayista. Ocupó el cargo de profesor de Historia Moderna de Europa en la Universidad de Cambridge hasta 2009. En 1990 fue elegido Miembro de la Academia Británica. En 2016 le fue concedida la British Academy Medal por su libro Federico el Grande, rey de Prusia (2015).
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