
“Mí conmigo: los sueños de Ari”. María José Ventaja

Mí conmigo: los sueños de Ari
Empecemos por el tejado: Mí conmigo: los sueños de Ari, de María José Ventaja, es una novela trepidante, profunda y de amplia resonancia emocional. Con un estilo fresco, danzarín y cautivador, en el que confluyen magistralmente la agilidad narrativa y la delectación poética, la autora nos introduce en el mundo interno de Ari, la protagonista de la novela, a quien veremos convertirse en mujer y adquirir conciencia —hermosa y lacerante conciencia— de su proceso vital.

Convertirse en mujer
Convertirse en mujer: así podría definirse el núcleo temático de la obra, la cual, por cierto, está debidamente introducida por las palabras de Simone de Beauvoir: «no se nace mujer: se llega a serlo». En efecto, la historia de Ari es indivisible de la historia de sus antecesoras: mujeres nobles, sabias y contradictorias, tan culpables como santas, que cometieron errores y supieron perdonarse por ellos. «Yo soy el legado de nuestras antepasadas, yo contengo a todas las mujeres que nos precedieron, a las madres y a las hijas», expresa la protagonista en cierta ocasión.
La mujer es el ciclo ininterrumpido, la cadena que nunca se quiebra. La genealogía femenina no es sino una sola mujer, la madre primordial, la hija inextinguible. “Es la Madre de toda la vida, la de antes y la que estará después”. Mí conmigo logra, a través de una literatura atrapante, la plasmación narrativa de la metafísica de lo femenino. Ari deberá dar respuesta a su identidad de mujer, que, como ya hemos sugerido, subsume la de todas las mujeres que fluyen en su sangre. “¡Cuánto esfuerzo, cuánta energía acumulada en un solo individuo para las generaciones, las de antes y las de después!”.
Es en la familia donde circula la sangre de las antepasadas; y en cada nacimiento, en cada muerte, en cada desilusión y en cada nuevo amor se trasciende y se renueva el pacto del tronco común. Con sobresaliente habilidad, la autora ha creado un universo familiar de relaciones complejas, sentimientos encontrados y vínculos contradictorios, reproduciendo con amable crudeza el lenguaje no escrito de la sangre compartida. En la familia fluye el futuro, pero también el recuerdo; la risa, pero también lo trágico.

Ciclos espirituales
No se limita la novela, sin embargo, a la expresión de la cotidianidad más inmediata, sino que toda ella se encuentra atravesada (sobre todo, a partir de la segunda parte) por un fondo espiritual, casi mágico, gracias al cual las palabras y los hechos adquieren una resonancia trascendental, una perspectiva metafísica que nos hace partícipes del carácter cíclico y recurrente del vivir humano. En este sentido destaca especialmente la isla de Pascua; lugar que, además de su relevancia para la trama de la novela, desprende un simbolismo ancestral y de poderoso influjo para el alma de Ari. Es palpable el conocimiento de la autora sobre la cultura rapanui, sobre todo en lo referente a sus intuiciones espirituales y su clarividencia psíquica.
Como indicábamos al principio, la novela se deja leer con agilidad debido, fundamentalmente, a una sintaxis limpia y al empleo acertado de la elipsis. Los hechos son narrados de forma veloz, modulados por un tono poético que menudea en toda la obra y que brinda a la historia la personalidad y el encanto propios de una pluma conscientemente femenina.
En definitiva, Mí conmigo: los sueños de Ari es una obra de amena lectura y poderoso influjo, de cuya honda impresión aún no nos hemos deshecho. Las sacudidas emocionales son frecuentes en el libro, y tras cerrarlo queda un —inevitable— resabio agridulce que, más que cualquier otra cosa, recuerda al sabor de la esperanza.
Gracias, María José, por tus letras; gracias, Ari, por tu historia.
El legado continúa…

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Roger «the Bookblind», patrón cultural de Mountfell
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