
Roberto Arlt, ‘Los siete locos’
Encontré a un hombre admirable que está firmemente convencido de que la mentira es la base de la felicidad humana y me he decidido a secundarlo en todo.
Roberto Arlt, Los siete locos
‘¿Cuánta verdad estás dispuesto a soportar?’
Los siete locos, del escritor argentino Roberto Arlt, parte de una premisa sencilla —al menos en un primer momento—: la fundación de una sociedad secreta que, dirigida por un enigmático personaje llamado El Astrólogo, devuelva al ser humano la esperanza en un mundo mejor.
Dicha sociedad secreta, no obstante, se perfila en ese fértil terreno entre lo gravoso y lo humorístico, entre la sátira y la distopía; pues —y sin destripar demasiado la historia— la condición de su éxito depende del engaño y la mentira hacia el resto de seres humanos. En otras palabras: la salvación de la humanidad requiere que esta regrese al estado mágico de la conciencia, cuando la superstición y el miedo metafísico brindaban seguridad existencial y, en último término, una vaga sensación de felicidad.
El objetivo de la organización secreta sería, pues, no otro que la toma de las instituciones por medio de la fuerza, el fusilamiento de los ‘herejes’, y la administración de los Estados por parte de una ‘élite’ dictatorial que vele por el bienestar —ignorante bienestar— de los ciudadanos.
La distopía
¿No resuenan aquí los ecos de esa ‘tríada distópica’ que supusieron, ya en el pleno campo de la ciencia ficción, los títulos Un mundo feliz, 1984 y Fahrenheit 451, de las que aún se habla, y no precisamente poco?
Arlt se anticipó a la exploración literaria de dichos sistemas totalitarios con esta Los siete locos, publicada originariamente en 1929, y que tendría continuación, Los lanzallamas, en 1931. En Los siete locos predomina, no obstante, la ideación y el diálogo; la acción se centra en la creación y planificación de la futura sociedad secreta: asuntos como la obtención del capital necesario y el reclutamiento de efectivos, el debate sobre sus axiomas ético-políticos y también espirituales… En resumidas cuentas, un análisis introspectivo de las motivaciones que cada uno de los ‘locos’ de la novela tiene para realizar el grotesco plan.
(Un detalle que me ha resultado especialmente agradable es que muchos de los personajes tienen nombres compuestos, casi fraseológicos, como el Hombre que vio a la Partera, el Buscador de Oro, el Rufián Melancólico, el propio Astrólogo…, que inspiran cierto simbolismo, pero también cierto aire de chuscada y ligereza de ánimo. El cuentista Diego Valbuena emplea este mismo recurso en El paraíso del poeta de manera, a mi juicio, muy acertada).
A pesar de todo es necesario injertar una alegría en la vida. No se puede vivir así. No hay derecho. Por encima de toda nuestra miseria es necesario que flote una alegría, qué sé yo, algo más hermoso que el feo rostro humano, que la horrible verdad humana.
El crimen y el aburrimiento
Los siete locos arranca con una secuencia que nos recuerda a Dostoievski (no es desconocida la afición de Arlt por la obra del escritor ruso, y su influencia es palpable a lo largo de toda la novela): Endorsain, el protagonista, es acusado por robar dinero de la compañía donde trabaja. ¿El motivo? Él mismo se preguntará por qué se dejó arrastrar hacia el robo, y poco a poco se internará en las motivaciones de su alma a través de un torbellino de pensamientos, deambulaciones por la ciudad y encuentros con otros personajes tanto o más perdidos que él.
Mediante una fórmula que me recuerda a la usada por Camus en La caída¸ Endorsain explora los límites de la criminalidad. Lo que empieza con el mero robo de seiscientos pesos acaba en una completa obsesión por el asesinato; en una histeria sobre las causas profundas de la infelicidad del ser humano moderno.
Ahí está el tedio de la gran ciudad, con sus prostíbulos, clubes nocturnos, cafés desvaídos, calles grises y ruidosas; vorágine de caos y anonimato que provoca la angustia del ser humano actual y lo induce al desasosiego; a la continua pregunta sobre el destino y la desdicha. En las ciudades ya no existe Dios, sino el aburrimiento; y es en este contexto donde Endorsain se adhiere a la organización secreta que podrá hacer de él un “hombre de provecho” en la sociedad futura.
¿Sabe que revolucionaremos esta ciudad? Ya me imagino ese día, los comerciantes saliendo como vizcachas asustadas de sus madrigueras y nosotros limpiando de inmundicias el planeta con una ametralladora.
Los excluidos bajo el sol amarillo
Es la narrativa de Arlt una inmersión en las cloacas del espíritu humano. En ellas se recuerda vagamente el anhelo de Dios y se clama por la redención espiritual, donde se sueña con la dicha y la libertad suprema del alma humana. Los personajes de la novela son tipos desheredados, sin norte ni brújula, sin lugar en el mundo ni esperanzas por encontrarlo; y, por ello, no sueñan ya con obtener riquezas ni alcanzar una posición social, sino destruir este mundo y crear uno nuevo.
Nada queda para los excluidos salvo sueños marchitos, esperanzas machacadas que, por su misma historia de tristeza y agolpamiento de fracasos, han quedado del revés. Tal es la gran paradoja que atesora Los siete locos, como advertencia y como lamentación: la destrucción y el horror, el fusilamiento y la muerte, son los ángeles con los que los derrotados pretenden salvar el mundo. No olvidemos que los totalitarismos, nacidos del resentimiento de los humillados, no pretendían sino “restaurar la felicidad del ser humano”…
Comedia amarga, ácido drama del siglo XX a cuyo festival de locura y perversión se adelantó Roberto Arlt con una obra rotunda, concisa y tremenda como un buen ‘directo de mandíbula’.
Mi alma y yo, los dos solos. El infinito por delante. Siempre solos. Y noche y día…, y siempre un sol amarillo. ¿Se da cuenta? Crece el infinito… arriba un sol amarillo y el alma que se apartó de la caridad divina anda sola y ciega bajo el sol amarillo.
Sobre Roberto Arlt
Roberto Arlt (Buenos Aires, 1900 – 1942) fue una de las más influyentes plumas de la literatura argentina del siglo XX. Representante del grupo Boedo, pugnaba por una literatura directa, sin demasiados arreglos formalistas ni retóricas del lenguaje. Sus obras tienen una marcada influencia de autores como Nietzsche o Dostoyevski. Autores posteriores, como Juan Carlos Onetti o Ernesto Sabato, reconocerán la influencia de Arlt en su propia narrativa. Otros libros de Roberto Arlt son, por ejemplo, El juguete rabioso, Los lanzallamas (que continúa la historia de Los siete locos) o El amor brujo, además de varios cuentos, obras teatrales, poemas y una extensa obra periodística. |
Fragmentos de ‘Los siete locos’
Los dioses existen. Viven escondidos en la envoltura de ciertos hombres que se acuerdan de la vida en el planeta cuando la tierra era aún niña.
¡Cuántas veces me he detenido en mí mismo, en el misterio de mí mismo, y envidiaba la vida del hombre más humilde!
Elogie sistemáticamente a un monstruo del amor propio, y ese mismo sujeto que lo hubiera asesinado a la menor contradicción se convierte en su lacayo. Lo que debe saber es suministrarle una mentira suficientemente dosificada. Inventor o poeta, será su criado.
Las ciudades son los cánceres del mundo. Aniquilan al hombre; lo moldean cobarde, astuto, envidioso, y es la envidia la que afirma sus derechos sociales, la envidia y la cobardía.
Es muy triste ver felices a los otros y ver que los otros no comprenden que una será desdichada para toda la vida.
El alma como un océano agitándose dentro de setenta kilos de carne. Y la misma carne que quiere volar. Todo en nosotros está deseando subir hasta las nubes, hacer reales los países de las nubes… pero ¿cómo?…
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